A la distancia, algunas cosas se ven con más claridad y otras se vuelven difusas. Gracias a la distancia, entonces, uno puede distinguir con certeza perfiles, contornos, volúmenes y olores. A la distancia, a veces, uno siente ganas de cosas que no puede. Pero se guarda las ganas intactas para cuando llega el momento. Y ahí sí, mamma mia... Hay quienes, a la distancia, se anotan en la lista de nuestros afectos. Y uno les da la bienvenida. Después se acercan, y uno se da cuenta de que eran mejores a la distancia. Por suerte uno se da cuenta. Y todo gracias a la distancia. Qué grande la distancia.
viernes, 1 de septiembre de 2006
... al menos yo sé qué puedo esperar de mí, y no me decepciono...