domingo, 28 de enero de 2007

Enero tilcareño



Hace exactamente cincuenta años, un grupo de artistas decidió inventar lo que llamaron el Enero Tilcareño. Eran poetas, pintores, escultores y músicos que solían participar de lo que en estos tiempos se llamaría “una movida”, que reunía en el pueblo de Tilcara a gente no sólo del lugar sino también de otras provincias. El poeta Germán Churqui Choquevilca, el pintor Medardo Pantoja, el escultor Ernesto Soto Avendaño y el arqueólogo Eduardo Casanova eran de la partida local, entre otros. Muchos jujeños, no sólo de Tilcara, aún recuerdan cuando en su infancia participaban de las olimpíadas deportivas que cada enero se organizaban en el pueblo quebradeño. Y luego hubo música y danza, y cada enero fue una fiesta ineludible.



La historia suele poner a prueba las tradiciones, que muchas veces no logran sobrevivir a pesar del tesón y la buena voluntad de sus defensores. El miércoles pasado, la plaza de Tilcara se llenó de gente, locales y turistas, en el acto de inauguración de la 50ª edición del Enero Tilcareño, al que ahora se le sumó el gentilicio de la patria grande: Latinoamericano. Son fuertes las ganas de recuperar el espíritu de aquellos pioneros, de volver a convertir a Tilcara en una fiesta, cada enero, sumando a la idea original lo que los tiempos han aportado a esta cultura viva y efervescente.



Algunos se quejan de que se organicen recitales de rock, sin entender que los chicos tilcareños –aun cuando pueden ser excelentes ejecutantes de sikus y conocer al dedillo los ritmos andinos– quieren rocanrol; precisamente, porque son chicos.



Desde mediados de diciembre, Tilcara comenzó a prepararse para recibir a los turistas. Y por estos días los carnavalitos, las sayas, los bailecitos y las coplas salen por las ventanas de bares, peñas y restaurantes, y se mezclan con zambas, chacareras y otros ritmos folklóricos latinoamericanos, incluida la cumbia cotidiana.



El pueblo quiere la fiesta. La arma, invita a quien quiera venir y hace su mayor esfuerzo para que todos se diviertan. Lo que el pueblo no quiere es descontrol playero, exceso de basura ni calles malolientes porque no hay suficientes baños para todos. Para evitar lo que no se quiere, en primer lugar, es necesaria la tarea del pueblo y sus autoridades. Y también de los visitantes, que debieran llegar a Tilcara sabiendo que aquí hay una comunidad que celebra la vida los 365 días del año.



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Hace unas semanas me pidieron algunos datos para una nota que saldría en Clarín sobre el "enero tilcareño". Me pidieron también una columna. Escribí esto. Pero alguien decidió que no iba a salir publicada. No sé por qué, y la verdad es que no me importa mucho. Tal vez sea porque no es una columna "optimista", porque no les sirve a las agencias de viajes. O tal vez sea nomás que no había espacio porque entró un aviso a último momento. Qué sé yo...


Pero como la escribí para publicar, aquí la publico.
Carola, Marcela, El Chino y Camila en Iruya


La familia anduvo por acá. Fin de año en El Nuevo Progreso, comiendo y disfrutando de la música y los amigos. Vacaciones norteñas con paseos incluidos. Estuvieron en Iruya y se sacaron esta foto.
Aquí están, estos son, habitantes imbatibles de mi corazón.

Bienvenido, Maula



A Mora le apareció un hermanito menor. Lo adoptamos. Se llama Maula. No juega con el mísero ratón sino con Mora, que le tiene un poco de paciencia hasta que se pudre y se lo saca de encima.
Bienvenido, Maula.