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lunes, 28 de mayo de 2007
domingo, 27 de mayo de 2007
Un día de trabajo como cualquier otro
Ahí estoy yo, con Zico, el caballo que me ayudó a recuperar las cabalgatas después de años.
Y están también Néstor (con Indio) y Silvina (con Muñeca).
Para los que viven en la ciudad, no debe ser sencillo imaginarlo: en esta foto estamos a media hora de mi casa. Y ese día, ese mismo día, cuatro horas más tarde de la foto, yo me fui a trabajar.
Éstas son algunas de las cosas que hacen interesante la vida en este lugar.
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sábado, 12 de mayo de 2007
Los techos de adobe
El otro día Mora no volvió a dormir a casa. Supe de inmediato que le había pasado algo. Si no vuelve, es porque no puede. A pesar de lo que me decían todos, que los gatos se van, que se ponen a boludear, que después vuelven... yo sabía que había tenido algún problema.
Después de recorrer la manzana por los cuatro costados y meterme en terrenos y huertas y campings y fondos, llegó el momento de remontarse a las alturas. Mi amiga L. y mi amigo P. se treparon los techos, se colaron en la casa de al lado al grito de ¡Mora! ¡Mora! pero nada. Se fueron. Al rato escuché que maullaba. Volvieron L. y P., se treparon de nuevo y llegaron hasta una puerta cerrada con candado. Mi amigo volvió a llamarla y Mora sacó la pata por abajo de la puerta para que no quedaran dudas. Conseguimos la llave de la casa de al lado y recuperé a Mora y Mora me recuperó a mí.
A Mora le gustan los techos de adobe, sobre todo cuando hace frío. Sube, se acuesta allí y disfruta del calor del sol.
Yo comprobé que los techos de adobe son también un buen lugar para conocer mejor y querer más a los amigos.
(La ilustración pertenece a Andy Warhol, otro amante de los gatos)
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